En Aix-en-Provence, el brillante "Calisto" de Cavalli es invitado al siglo del libertinaje.

El Théâtre de l'Archevêché, que acogió al aire libre La Calisto de Francesco Cavalli la noche del lunes 7 de julio, sorprendió a los espectadores del Festival de Aix-en-Provence con camisas y vestidos escotados, alegrándose los más precavidos de haber traído sus chaquetas de plumas. En el escenario, por el contrario, el termómetro erótico estaba en su punto más alto. Es en el mundo licencioso de Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos donde la directora holandesa Jetske Mijnssen transpuso el "dramma per musica" de las Metamorfosis de Ovidio en torno a uno de los muchos episodios amorosos de Júpiter. Pasando del siglo XVII al de la Ilustración, pero también al del libertinaje, la sinopsis nos invita a hacerlo si aceptamos que la antesala de Juno es también la de la marquesa de Merteuil.
Júpiter como el vizconde Valmont, ¿amante de las ninfas frescas? ¿Por qué no? No dudará en ponerse las vaporosas faldas de Diana (por cierto, su propia hija) para seducir a la tierna y sensual Calisto, una mezcla entre la mojigata Madame de Tourvel y la joven y depravada Cécile de Volanges. A su alrededor, Pan y sus compinches (Sylvain y Satirino) no dudarán en vengarse del pobre Endymion, a quien Diana prefiere. Enfundado en su enorme gorguera, el tierno simplón con medias de rayas amarillas y verdes tiene algo de Pierrot de la commedia dell'arte.
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Le Monde